EPÍLOGO Dedicarse a la docencia no es una simple preferencia o un mero capricho para Clark. Dios sabe que no es así. Es algo que va mucho más allá. Sus prioridades no son un misterio. Él ha encontrado en la docencia su pasión, su entusiasmo, la profesión a la que quiere dedicar su vida. El sentimiento de Clark hacia esta profesión es intenso y profundo, muy complicado de transmitir con meras palabras. Tan solo el hecho de ponerse frente a un aula, de poder enseñar a los más jóvenes, transmitir los valores que contribuirán a su promoción personal… Esa realidad no es solamente el trabajo de sus sueños, es aquello que le representa, que da esencia a su vida, que le guía en todo lo demás. La manifestación más profunda de su «yo interno».